«Las pérdidas de orina tras el parto son más frecuentes en mujeres que no hacen deporte»

«El principal motivo de incontinencia en mujeres es el parto, pero se suele resolver con fisioterapia y ejercicios de Kegel»

«El principal motivo de incontinencia urinaria en mujeres es el parto» explica Pedro Torrecillas, urólogo y director del centro urológico Torrecillas, quien añade que es algo que se suele resolver con fisioterapia y ejercicios de Kegel. «El suelo pélvico sufre mucho durante el parto y si está débil se pueden producir pérdidas de orina, que son más frecuentes en mujeres que no hacen deporte».

–¿Qué se entiende por incontinencia urinaria y qué tipos hay?

–Es una pérdida incontrolada de orina. Pero para que sea una incontinencia real, el paciente no se tiene que dar cuenta de que se le está escapando la orina en ese momento, puede notar que se está mojando, pero no se da cuenta del paso de la orina.

–¿Cuáles son los principales motivos de incontinencia?

–En las mujeres el principal motivo es el parto, pero es algo que se suele solucionar con fisioterapia y ejercicios de kegel. En el hombre normalmente suele ser por una intervención quirúrgica. Antes de la operación, en pacientes con próstatas muy grandes, en las que la vejiga está completamente llena, no le cabe más orina y se le puede escapar. Ésta se llama incontinencia por rebosamiento. También hay incontinencias por el síndrome genitourinario de la menopausia, cuando hay una falta de estrógenos en la vía urinaria y en la vagina se pueden tener pérdidas de orina. Hay incontinencias que se llaman de urgencia, que son aquellas en las que el paciente necesita ir urgentemente al baño, porque si no se le escapa la orina. Y luego tenemos incontinencias de esfuerzo, en las que las pérdidas se producen al toser, al reír o al hacer determinados ejercicios, porque son mujeres en las que la vejiga se ha descolgado. Esos son los tipos más frecuentes.

–¿Por qué hay mujeres que sí sufren esas pérdidas y otras no?

–En las mujeres que no hacen deporte es más frecuente. Todas nuestras vísceras están sujetas por una estructura muscular que es el suelo pélvico. Si es débil, pues es más fácil que haya pérdidas de orina. Durante el parto el suelo pélvico sufre muchísimo, porque todos los músculos tienen que dilatarse para permitir que pase la cabeza, los hombros y el tronco del niño. Y eso cuesta recuperarlo. Por eso muchas veces las mujeres pueden tener una incontinencia después del parto, pero la mayoría se recuperan completamente haciendo ejercicios de Kegel. Sin embargo, aunque eso se resuelva, si la mujer sigue durante el resto de su vida sin hacer ningún tipo de ejercicio de suelo pélvico, puede volver a sufrir incontinencia en la menopausia. Por eso es muy importante reforzar las estructuras del suelo pélvico.

–¿Los ejercicios de suelo pélvico están también indicados en otras incontinencias?

–En el hombre también van muy bien, aunque no son tan efectivos. Yo presenté hace unos seis años en el Congreso de la Sociedad Internacional de Incontinencia en Filadelfia el primer trabajo del mundo hecho en hombres después de cirugía tratándolo con láser intrauretral para ver cómo mejoraban la incontinencia. Los resultados fueron realmente positivos, pero la duración del efecto, si el paciente no hacía el ejercicio, iba bajando poco a poco a partir de los seis meses. Ahora estamos pendientes de que se haga un nuevo estudio.

–¿Qué otros tratamientos hay?

–Cuando se empezó a emplear el láser para el tratamiento de la incontinencia vimos que haciendo tres tratamientos las mujeres con síndrome genitourinario de la menopausia aguantaban durante un año sin incontinencia. Pero tenían que hacer alguna sesión de recordatorio, cada año más o menos, porque aunque mejoran muchísimo, si no podían volver otra vez hacia atrás, ya que el proceso de envejecimiento sigue a pesar del tratamiento. Después del láser empezamos con otro tratamiento que se usa mucho en medicinas regenerativas que es la radiofrecuencia, pero no cualquier radiofrecuencia, a 448 kHz para reforzar la vejiga y la uretra.

–¿Y también hay que repetirlo?

-Eso normalmente, no. Y luego estaría el tercer escalón para tratar la estructura del suelo pélvico. Para eso tenemos una máquina, que es una silla con dos placas que transmiten una energía magnética. La paciente está sentada, vestida, pero en el asiento tiene un solenoide que va a emitir una radiación electromagnética y en la espalda tiene otro: uno para los músculos que están en el suelo pélvico y otro para los nervios que pasan a través de la columna. Y eso produce aproximadamente entre 15 y 18.000 contracciones supramáximas, que son miles de veces mucho más fuertes que las contracciones normales. La silla electromagnética sí es un tratamiento con efectos más duraderos, pero, lógicamente, el proceso de envejecimiento va a seguir.

–¿Y estos tratamientos son también aplicables en hombres?

–Sí, en hombres es aplicable tanto a la incontinencia urinaria como a la fecal. Y en la mujer también se usa en la incontinencia fecal, porque este sistema lo que hace es provocar contracciones en los músculos al excitar a los nervios. Entonces el nervio transmite una señal al músculo que se contrae de una forma que llamamos supramáxima, que no causa dolor en el paciente porque el paciente no lo percibe, sólo nota una vibración. Esa silla es hoy por hoy lo más efectivo en tratamiento del suelo pélvico. Lo que pasa es que el problema de algunas mujeres no es solamente el suelo pélvico, sino también la falta de estrógenos o la vejiga descolgada, que va a originar también patología en la uretra… son muchas cosas.

–¿Hay alguna solución quirúrgica?

–Desde que las mallas vaginales fueron denunciadas y tuvieron que ser retiradas en miles de mujeres de todo el mundo, pues cada vez se están utilizando menos y se está volviendo a hacer un poco más la cirugía de suspensión. Aunque volvemos a lo mismo, suspende la vejiga, pero si la musculatura del suelo pélvico sigue débil, al final volverá a bajar otra vez la vejiga.

–¿Y en el caso de los hombres?

En el caso de los hombres, cuando hay incontinencia, se puede poner un esfínter artificial, pero cuando el hombre está sentado, la uretra está justo donde nos estamos sentando y muchas veces el hombre nota que tiene algo extraño y le puede molestar. Entonces, eso tampoco es la solución ideal.

–Acaba de volver de China con noticias muy interesantes…

–La criocirugía se emplea para el tratamiento del cáncer desde hace muchos años. Nosotros empezamos hace 10 años un ensayo clínico con animales para tratar la criocirugía de una forma diferente, asociándole lo que se llama la electrolisis. Realmente lo que hacemos ya es crioelectrolisis más inmunoterapia. A raíz de esto nos invitaron para dar unas conferencias en la universidad más importante de China . Allí se ha constituido una asociación que se llama la World Health Sharing Association, una asociación mundial para compartir enseñanzas e investigaciones. Nosotros llevamos mucho tiempo investigando y ellos también, pero no tienen apenas comunicación con la medicina occidental. Hay algún hospital occidental para prestar asistencia a todo el personal que hay de países europeos y de Estados Unidos trabajando en China, pero el 99,9% de la medicina que se hace es medicina tradicional china. Incluso se operan pacientes y la única anestesia que se les pone es la acupuntur,a y puedes estar hablando con el paciente y el paciente con la tripa abierta. En Occidente creemos que está muy atrasados, pero estamos muy equivocados. Y para nosotros es importantísimo conocer también lo que ellos están haciendo porque nos estamos nutriendo de todo lo que saben hacer muy bien y podemos aprovecharlo.

 

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